viernes, 11 de octubre de 2013

El turista volador.

Muere un joven español al caer de una roca de 600 metros en Noruega.
Que mala suerte, pero bueno. Me cabrea un poco que sea una caída de 600 metros, sin seguridad, y que el único que se caiga sea el turista español. Desde que trabajé hace años cara al público, los que me conocen ya saben que opino seriamente que la gente (si , en general) es idiota. Pero otra cosa es que se entere todo el planeta. Luego vienen los turistas madrileños a Galicia y tienes que escuchar sandeces del tamaño de Australia, y no se te ocurra protestar, "pedazo de provinciano nacionalista con acento gracioso."
    Recuerdo una vez en la playa de Montalvo a un Madrileño explicándole a otro madrileño que las cañas de la playa eran, ni más ni menos, que maíz salvaje. Yo al escuchar semejante patada a la teoría evolutiva, le mire directamente a la cara para ver que clase de deficiencia mental tenía. Pero no, no tenía ninguna, es tío el gilipollas, nada más.  Gilipollas como los que se meten en los bares de Compostela a hacer concursos de ver quien habla más alto. Lo que me hace pensar que en Madrid tienen un problema de oído muy serio, problema que podría explicar más de un problema de entendimiento.
     Siento mucho la muerte del muchacho, mi pésame a su familia, pero ni mi perro se acercaría a un acantilado de 600 metros sin barandilla. No digo más.
El enlace en prensa.


Lope de Vit, nota un cambio en la fuerza.

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